Antes de nada, me gustaría saludarles a todos. Mi nombre es Hilario Vela y me gustaría hablar un poco sobre mi vida antes de comenzar a lanzar mi proyecto sin formalidades. Nací en el seno de una familia humilde, más de treinta y tantos años atrás, en la ciudad de Puebla de Zaragoza, conocida comúnmente como Heroica Puebla de Zaragoza. El paso del tiempo no fue grato para mi familia, no tardamos en empezar a trabajar todos los hermanos y la vida se empezó a hacer cuesta arriba.
Antes de tomar una decisión arriesgada, decidimos viajar más por el país en busca de una mejor situación, pero no fue fácil. Conforme íbamos creciendo, también nos dábamos cuenta de que algo fallaba y que debíamos intentar algo distinto, por lo que decidí que probaría suerte en los Estados Unidos cuando apenas tenía dieciséis. Una vez llegué, tras un camino difícil, mucha suerte y demasiadas peripecias por el camino, la vida empezó a sonreírme un poco. Conocía amigos de la infancia que también habían llegado a Los Ángeles y me junté con ellos, gracias a ellos también pude empezar a trabajar rápido en el mundo de la construcción y a cobrar un sueldo digno por primera vez en mi vida, conocí a la mujer con la que me casaría y al poco tendríamos nuestro primer niño.
En el transcurso de los primeros años, pude enviar dinero a toda mi familia, mis papás y mis hermanos, que estaban de nuevo en Puebla, me lo agradecían mediante largas conversaciones telefónicas y alguna visita que consiguieron permitirse ahorrando. En unos pocos años más, a pesar de la distancia, fui capaz de comprarme un hogar en la ciudad que me vio crecer y en mi querida patria, la cual extrañaba más de lo que pensaba. Mi papá se ocupó de todos los trámites y la mantuvo impecable hasta mi regreso.
¿Por qué es importante apreciar las cosas buenas y el entorno?
La respuesta a aquella pregunta es muy sencilla. Yo lo tengo muy claro porque me pegué la mayor parte de mi vida alejado de mi hogar, el que siempre fue mi hogar a pesar de todo. Tuve que formar mi propia familia lejos, pero jamás olvidaré la cara de mis niños la primera vez que pisaron México. Una vez crecieron un poco, ya pude obtener todos los papeles necesarios para viajar entre Puebla y Los Ángeles cuando quiera, conocí mi hogar, donde pienso hacerme viejito, plantar mis árboles frutales y mis plantas y descansar después de todo lo costoso que me ha resultado mi viaje.
Quien recorre el mundo se da cuenta que donde nace es un tesoro, que su país, el sitio al que pertenece, es irremplazable y así me siento yo con México. Por eso decidí embarcarme en esta empresa, para seguir conectado a mi gente y a mi tierra y para que los demás también lo estén.