Vivir en la frontera con los Estados Unidos (y todo lo que ha significado durante el siglo XX y comienzo del XXI) puede ocasionar un foco de inmigración muy grande, la promesa de una nueva y mejor vida y un sinfín de tristes historias. Son muchos los mexicanos que envían dinero a sus familiares y esto hace que “las remesas” se conviertan en uno de los mayores flujos financieros hacia naciones en vías de desarrollo.
Para ciertos países, las remesas son tan importantes económicamente hablando como los flujos directos de inversión extranjera. De hecho, se tratan de flujos con mayor estabilidad y anticíclicos. Los países que más dinero reciben de remesas en el mundo son India, México y China y la mayor fuente de este tipo de transferencias de efectivo es Estados Unidos.
Con la llegada del siglo XXI las remesas se multiplicaron exponencialmente y en México este incremento es todavía más notable desde 2013. No obstante, es difícil calcular el impacto de este tipo de “financiación” en el crecimiento económico del país y en el desarrollo, ya que los hogares en este tipo de países no suelen utilizar estos fondos para ahorrar o invertir. Lo que permite este dinero a las familias normalmente es comprar productos esenciales como atención médica, alimentos o ropa. Se trata de una forma de aliviar condiciones de pobreza.
A corto plazo, las remesas estimulan el consumo de las familias, pero a largo plazo pueden afectar a la economía a través de la inversión en capital físico o humano. Anteriormente en México ha habido programas que trataban de dirigir las remesas de forma que se financien proyectos más ambiciosos a largo plazo, se ha tratado de generar crecimiento económico.
La trampa de las remesas: crecimiento a corto plazo, estancamiento y emigración a largo plazo
Gracias al continuo crecimiento de las remesas enviadas a México durante los últimos tiempos, las familias que reciben el dinero tienen una mayor capacidad de consumo y generan un crecimiento económico a corto plazo. Sin embargo, también crece la dependencia de los envíos de fondos para satisfacer necesidades básicas y se genera poca reinversión de la economía mexicana.
Ciertos estudios prevén un estancamiento de la economía y una tendencia de menor crecimiento económico y mayor emigración. Este concepto es acuñado en ocasiones como “la trampa de las remesas”, ya que atrapan a los países receptores en ciclos de crecimiento decreciente. Además, es posible que las remesas no afecten a todos los estados y municipios de la misma forma, lo que puede generar desigualdades dentro del propio país.
Aunque pueda resultar extraño, algunos estudios defienden que no existe una relación estadística entre las remesas y el crecimiento económico y desarrollo a nivel de estados, pero sí a nivel municipal. Estos envíos de dinero son positivos tanto en el desarrollo como en el crecimiento en los municipios con mayores remesas que en otros.
No obstante, la preocupación de México radica en que el desarrollo económico del país no debería depender de las remesas que envían trabajadores migrantes desde países como Estados Unidos. Lo que se necesitan son políticas y estrategias económicas con una estructura férrea que permitan impulsar el crecimiento desde México.
¿Ha habido crecimiento en México?
El aumento de remesas que se han recibido desde 2013 no ha dejado de ir en aumento, pero lo más importante es cómo los receptores utilizan los recursos que proporcionan. Es posible que estos envíos de dinero reduzcan el crecimiento a largo plazo y provoquen una fuerte dependencia por parte de las familias que los reciben.
Cabe destacar que México ha tenido una tasa de crecimiento económico de en torno al 2% anual durante la última década. Esto es una media baja y todavía más si tenemos en cuenta los años de 2019 a 2021, que fue casi del 1%. Con un uso adecuado de las remesas, se podría ayudar a incrementar este crecimiento, pero se han de enfocar en actividades productivas, no solo en satisfacer necesidades básicas.
Los envíos internacionales de dinero podrían utilizarse para la educación y la sanidad. Sin embargo, los estados mexicanos no parecen haberse visto beneficiados económicamente por las remesas ni tampoco se ha fomentado especialmente el desarrollo. Como ya hemos comentado anteriormente, a nivel municipal existen estudios que sí defienden una relación positiva entre las remesas y el crecimiento económico, aunque la diferencia con otros municipios sin remesas no es abrumadora.
Donde si se prevé un cambio más notable es en los municipios que destinan sus recursos a actividades productivas que fomentan el crecimiento económico y no solo a satisfacer las necesidades básicas para la vida.
En cualquier caso, para fortalecer el crecimiento económico y el desarrollo de México, se deben establecer mejores políticas públicas. La salud, la educación y la seguridad son sectores que merecen mayor atención, así como la creación de nuevas empresas y empleos que reduzcan la pobreza y la desigualdad.